domingo, 8 de noviembre de 2015

Mi primer libro…. “Cuadernos de México y Centroamérica. Poemas de Viaje”

Inevitablemente de viaje uno se vuelve poético. Te llegan palabras, te palpita el corazón intensamente y sientes una inspiración sin límites. En este libro están mis primeras letras viajantes, que después de mucho, se abren camino al mundo y se hacen públicas. “Cuadernos de México y Centroamérica. Poemas de viaje”, es mi relato poético de lo vivido hace algún tiempo por las tierras del norte latinoamericano.

El libro lo puedes descargar gratuitamente desde los siguientes links. O bien, si no te funcionan, envía un email a viajeslamparadeaceite@gmail.com con asunto “poesía de viaje” y en breve te envío el libro ;)

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Con lo anterior, un especial agradecimiento a la escritora mexicana Gloria  Patricia  Aceves  Ramos por hacer un maravilloso prólogo de mi libro, que me emocionó hasta las lagrimas.

“(…) Es un viaje,  una postal  una  historia,  un  sentimiento, una lágrima  que  cae  al  Caribe,  un  adiós  y  un  regreso, la nostalgia  de ver  jugar  niños  en la  calle,  la  contemplación  hacia los  ancianos,  un  trago  de mezcal mezclado  con  un  recuerdo  de  Sudamérica.  Este libro  es una  aventura de poemas  dejados  en  Nicaragua,  en  Cancún,  en el  Distrito  Federal de la  ciudad  de  México.  Se navega,  si  diluye   en  voces  del  autor  que nos  entona  experiencias poéticas.  Te deja descubrir a través de su mirada los parajes Centroamericanos. Encuentro amor fugaz,  paso de arena,  años nuevos en tierras nuevas, gente disímbola. Es una  discreta observación a la realidad de América Latina.  Los poemas son amores, y amaneceres que el  autor  nos pinta con sus palabras, y camina  junto  con el lector por  Zapopan, Chapala, por  Belice, por la  delgada  Centroamérica  que se  convierte en  sol,  en  agaves  y  besos con arena. Te  convence  de  salir de ti,  de tomar  una mochila  y un  cuaderno  y conocer  para  extrañar,  contagiarte de los mil idiomas latinos,  de las  sonrisas  siempre  distintas  y de los  amigos  que están contigo en  la distancia. Cuadernos  de México  y  Centroamérica  es una poesía  ágil, fresca,  reflexiva,  es  un  diálogo  con el poeta,  un  encuentro  con las letras viajantes ,  una  nostalgia de añorar los espacios”.


Un abrazo mundial!!! 


jueves, 3 de septiembre de 2015

Un día en la vida…Pañuelos blancos, pañuelos de Mayo

Es la plaza de Mayo, la de las Madres de Mayo…las Viejitas de Mayo. La Casa Rosada mira impávida y no hace nada, ni siquiera escucha. Y la gente pasa, camina y no ve. No quiere ver ¿se olvidaron de lo que pasó? o ¿todavía no se enteran?

Yo camino, converso y escucho historias. Es otro jueves en Buenos Aires. Otro jueves que la gente aplaude por justicia y por memoria. Es la Plaza de Mayo, en que a las 15:30 el pasado está presente, y es instante fotográfico grabado en la piel, en el aire y canciones.

Lloran Las Madres de Mayo y lloramos todos. Lloramos porque América Latina sigue sin memoria. En la Plaza de Mayo, la de las Madres de Mayo, se sigue la lucha de pañuelos blancos. Por lo hijos, los nietos y los que vienen. 


domingo, 28 de junio de 2015

“La soledad a veces es el precio de la libertad”… Crónica de un día en Rio de Janeiro


Estar de viaje no supone siempre estar haciendo algo extraordinario, estar rodeado de gente ni ver algo fenomenal. Aprender el porqué se está donde se está, llega con la soledad de la libertad. Es que, los momentos de soledad son trascendentales, porque cuando se empieza a dialogar con uno mismo se puede reflexionar con claridad. Viajando se aprende a romper con prejuicios sociales de la soledad y a disfrutar de la misma. Yo aprendí con los años que aunque es bueno estar acompañado, la soledad no siempre es triste, ni siempre es opaca. La soledad es circunstancial y efímera, no obstante, a veces uno ande solo por la vida o por el día. Estar de viaje, es muchas veces sinónimo de haber partido y de haber dejado lo conocido para poder sentirse libre. Si bien, el humano es un ser gregario por naturaleza, y que por tanto, necesita compañía…yo estaba feliz de mi soledad y mi libertad de movimiento. Porque ella llegó una mañana a visitarme, justo después del desayuno y salimos juntos a caminar. Es que en Rio…

La ciudad estaba en pausa y con neblina. Y yo,estaba solo. Caminé por Copacabana en dirección contraria el imponente Pão Açúcar, que las nubes lo cubrían como una caricia. Caminaba por la playa y mis pies dejaban huella de mi paso por Brasil. Todo era un estimulo visual y con los ojos hacia fotografía de lo visto. Andaba solo, después de un tiempo sin pausas, ahora estaba solo. Y como andaba solo, caminé hasta donde el diseño del camino playero cambió de forma… Y ya estaba pisando las costas de Ipanema ¡Ah! ¡Ipanema! Cuantas veces me imaginé ese momento. Hice un salud mental conmigo mismo y la caipiriña que llevaba en la mano.

Ahí estaba, solo yo y mis circunstancias. Mis pasos se me adelantaban a mis pensamientos, como si ya conocieran el camino. Caminaba solo y conocía gente con una sonrisa. Y llegué a la Calle Vinicius de Moraes… ya daba mi viaje por pagado. Y caminé sin pensar que seguía solo de compañía. Porque sin pensar en nada, el mundo y mis circunstancias me hablaban y me llevaban a un encuentro mágico y casual. Porque de pronto ya no estaba solo, y me encontré conversando con un viejo amigo de Vinicius y Tom Jobin. Mis pasos me habían llevado hasta allí. Y les pude hacer caso…porque estaba solo.

Andaba con aires de solitario. El día pasaba en otro tiempo no numérico y yo volvía a caminar solo. Pero ahí estaba, la mítica Rua Nascimento Silva #107. Si, ahí mismo, donde se hicieron tantas obras de arte convertidas en canciones. Pero, estaba solo y nadie podía ver lo que veía. Rio de Janeiro, me hablaba al oído y me invitaba a seguir caminos.

La gente, que importante es la gente cuando uno está solo. Hacía conversación con muchas personas de la calle. Pero estaba solo, y lo estaba por convicción. Y seguí caminando hasta mojar mis pies en Leblon. Mis pies con arena y agua de mar. Mi cuerpo bronceado y yo solo mojándome en el Atlántico. Que bella y necesaria soledad. Miraba el cielo y el cielo me miraba a mí bañándome solo en la playa…era uno más entre las demás personas, era donde debía estar.

Estaba solo en soledad y solitud. Pero tenía música y palabras en mi cabeza, sólo que eran solo para mí…porque yo, andaba solo. Entonces el sol se empezó a esconder, y las piedras de Arpoador se llenaban de personas a mirar los colores del atardecer. Yo seguía estando solo e intercambiando sonrisas con la gente, con las garotas de Ipanema y con los vendedores de cocos verdes. Ya hacia frio al caminar y mis piernas me pedían una pausa. Miré al cielo, las nubes también se estaban moviendo como yo. Y pude ver al Cristo Redentor, que por ese día descansó un poco…jugando a las escondidas con la neblina.

Rio de Janeiro se habia despedido del sol, la noche se llenaba de vida y la ciudad en pausa despertaba. Era todo un espectáculo…y justo hoy estuve solo.

sábado, 20 de junio de 2015

Florianópolis…La isla en que dejé de estar aislado


Simbólica y paradójicamente el mejor lugar para volver a estar en conexión con el mundo era el aislamiento de una isla. Al frente de la costa catarinense de Brasil, destaca en el horizonte marino la “Ilha da magia”. En el mar del sur brasileño, la isla de Florianópolis hace puente con el Atlántico y nos acerca a todos unos pasos más al oriente. Acabo de cumplir mis primeras semanas viviendo en una isla, mis primeras semanas rodeado de mar. Días de una dulce soledad, en que he aprendido a dejar de estar aislado en sensaciones, pensamientos y caminos… el mundo y yo, nos volvíamos a saludar.

El nuevo comienzo que buscaba debía ser por esas tierras. Volver a mis raíces donde todo había comenzado para mí con el mundo. Es que, la primera vez que me fui a vivir a otro país fue a Brasil. Tenía veintiún años, tenía mi mochila al hombro y sueños de encontrar el paraíso. No sabía hablar portugués (solamente intentaba tocar y cantar bossa nova en mi guitarra). Ahora con veintisiete años, y varios kilómetros y países más en el cuerpo, estaba volviendo  a los lugares donde había conocido a mi propio yo de adulto.


Ya habían pasado meses desde que había vuelto de mi último viaje. Hacía mucho tiempo que no ponía pie en la ruta. Demasiado tiempo para mí. Tiempo en que pasaron muchas cosas, de esas categóricas que hacen tomar las decisiones de manera definitiva. Estaba dejando a mi país y su monotonía, por algo más…Yo necesitaba inspiración. Es que, finalmente ¿vale la pena vivir sin inspiración? El irme esta vez era para encontrar mi lugar en el mundo. Muchas cosas en mi cabeza y yo llegando a una isla. Llegando a una tranquilidad natural con una silenciosa y medicinal brisa marina. En mis primeras horas, me cuestioné el haber llegado. Y pensaba“(...) que si yo escuchaba solamente el silencio, era porque aún no estaba acostumbrado al silencio; tal vez porque mi cabeza venía llena de ruidos y de voces”. (Juan Rulfo). Los colores de Brasil era el lugar que necesitaba, era mi bálsamo espiritual. 

Y me quise ir porque empecé a notar que mis latidos del corazón estaban andando a otro ritmo a las de mi entorno cercano.  Las vibraciones chocaban, porque yo andaba vibrando en otra frecuencia. Tenía que irme de Chile. Y llegué al sur brasileño que ya bien conocía. Ahí, donde el estereotipo del brasileño mulato, la samba y capoeira no son propios. La cultura del sur es distinta a ese manoseado estereotipo que se vende al exterior. Y conversando con turistas que llegan al sur buscando eso, he escuchado en más de una ocasión un aire de decepción por no encontrarlo. Y por tanto, dejan de ver que tienen otra riqueza cultural Catarinense y  Gaùcha. Y eso pasa en gran medida por la poca información que manejan los demás países. Poca integración histórica, cultural e idiomática se tiene por Sudamérica. Es que, el gigante latinoamericano a veces parece de otro mundo, como una realidad muy lejana a los demás países vecinos. Brasil se revela y quiebra con la hegemonía idiomática del español sudamericano. Y a cambio, nos entrega la belleza y calidez del portugués. Aunque por los Estados del sur a veces se escuche un fluido “portuñol”, la única manera de conocer y sentir es estando en el lugar. Así, la integración tiene que ver mucho con el conocer al otro, convirtiendo al viaje en un motor de cambio social y personal. 


Florianópolis es la capital del Estado de Santa Catarina. La isla con sus micro ciudades es considerada como uno de los mejores lugares para vivir en Brasil. Según los rankings anuales…yo concordaría (la isla me estaba encantando). Pero ¿qué hace de Florianópolis la isla de la magia? En resumidas cuentas…todo. Su nombre popular hace justa referencia a lo que ofrece, magia. La isla tiene muchísimo para hacer y ver. Tiene ritmos y colores, paisajes y sabores en una admirable flora y fauna que ha sabido convivir con la urbanización. Pero principalmente son sus playas y su gente lo que convierte este lugar en algo especial… más allá de lo bonito que es. Se puede caminar tranquilo, las personas todavía te saludan y no es difícil compartir una cerveza, caiprinha o chimarrão (mate) con algún desconocido.

Para ser una isla, es una muy grande. Por lo que el sistema de transporte se ha adecuado muy bien a las necesidades de distancia y tiempo. En ese punto, hay que admitir que el precio de transporte público es alto, pero es totalmente compensado con su calidad entregada. Casi toda la isla queda conectada vía ómnibus y lo demás se puede hacer caminando, en bicicleta o barco. La vida es bella en la isla. Caminando se pueden ver hermosas puestas de sol, amaneceres o desde alguna “trilha” o caminata llegar a lugares que da la impresión todavía no han tenido contacto humano. 

Mis días hablando portugués iban tomando forma, eran alegres y movidos. Cada día era de aprendizaje y palabras nuevas al diccionario mental. Ya me sentía en sintonía con el mundo y con su gente, me volvía a re encantar con la magia. En la isla de la magia volvía a mirar el cielo y ver pajaritos de colores y hasta las picadas de los insaciables mosquitos empezaba a entender. El viaje durante el invierno brasileño era cálido. Aunque para los locales era muy frio, yo seguía bañándome en las playas y caminando por la lluvia. Algunos días fueron totalmente lluviosos y había que quedarse bajo techo haciendo conversación con los ciudadanos del mundo. Es que, en cada lugar la vida cultural y nocturna de la isla siempre da para hacer un panorama. A veces, el mejor panorama es simplemente sentarse a mirar como la vida pasa.  Es por ello que para viajeros y turistas de los países cercanos se ha convertido en la primera aproximación al gigante sudamericano. El destino ideal para hacer un puente de transición entre el mundo de habla hispana y el portugués. No es casualidad la importante comunidad hispano-parlante que habita la isla, compuesta principalmente por argentinos, uruguayos y chilenos. Por las tardes, una conversación en el idioma materno reconfortaba ;)


Mis días en la Isla sin estar aislado pasaban rápido. Con cada viaje se responden preguntas reflexivas, pero al mismo tiempo se abren tantas otras que esperan respuesta con locura. Y en esa tarea, a veces un solo lugar no las puede dar y hay que moverse. El norte ya me estaba llamando. El sol quemante me invitaba, solo que por esos días en Florianópolis no andaba. Cada día veía más cerca de mi horizonte al mítico Rio de Janeiro. Tenía bossa nova sonando en mi cabeza y era uno de los lugares que desde niño quise conocer. Para encontrar mi lugar en el mundo, antes debía conocer la tierra carioca y tomar decisiones. El sur lo dejaba en pausa por esos días. El viaje debía continuar…

A quien le puedo preguntar
què vine a hacer en este mundo?
Por què me muevo sin querer,
por què no puedo estar inmóvil?
(Pablo Neruda)




lunes, 2 de febrero de 2015

“El mundo en una cascara de nuez”…17 razones para viajar o seguir viajando


Siempre se puede querer partir y hacer el primer viaje. Pero siendo verano se ayudan a despejar algunas cosas (aunque todas las estaciones del año tienen su propio encanto…claro está). Y más ganas de viajar dan cuando por las distintas redes sociales ves que muchos andan recorriendo por ahí y sientes un fervor psíquico y físico de querer estar tú también ahí. Entonces… ¿Porqué no ir también? ¿Por qué no empezar tu propia aventura y ser tú quien inspire y motive a tantos otros? Nunca es tarde para partir.

Este fin de semana tuve la suerte de compartir conversación con el escritor Luis Sepúlveda, dijo una frase muy potente….” uno es de donde mejor se siente”, y tiene toda la razón. Las fronteras y nacionalidades son solo una construcción y división política del mundo, y que con temas de visados, costos y burocracias hacen que la sociedad civil quede a veces marginada de conocer a sus pares en el otro extremo del mundo, o incluso del país vecino. “Uno es de donde mejor se siente”, las nacionalidades se diluyen en los viajes y podemos darnos cuenta que lo único distinto son las culturas y no lo que dice tu pasaporte. Estando de viaje, uno es de todas partes y de ninguno al mismo tiempo. Con los años, yo me siento mejor estando en movimiento. El mundo es la mejor nación.

Decidí escribir 17 razones del porqué viajar (inspirados en cada país que he visitado), y también por coincidencia, porque dicen por ahí que el numero 17 representa la transición de una etapa a otra más evolucionada de la existencia (¿será que ya luego viene el país 18, 19,20…?)

Pero no existe formula más simple para empezar a viajar, que hacerlo. Dejar de pensarlo mucho y hacer más, después de todo entre hacer y no hacer siempre es mejor la acción y no quedarse con la duda de lo que pudo hacer sido. He conocido a gente que se pasa la vida queriendo viajar y vivir aventuras, y que teniendo todo para hacerlo…nunca se da el ánimo y valor. El cambio siempre es bueno… y en el peor de los casos siempre puedes volver a tu confort y punto de partida. Estas son ideas que entre viajes he aprendido.


1) De los libros aprendes… pero con los viajes infinitamente más.

Una de las cosas más positivas de viajar es que aprendes a ritmo acelerado y de todo. Primero aprendes sobre ti mismo, te das cuenta de quién eres en el mundo. Te conoces realmente cuando abres tu mente para ti y hacia los demás. Desde ahí, te das cuenta que las nuevas culturas e idiomas eran un regalo de la vida esperando por ti y viceversa. El shock cultural puede ser positivo o negativo…depende del punto de vista que lo quieras mirar. Cuando por primera vez me fui a Europa la primera parada la hice en Frankfurt-Alemania. Me di cuenta que no sabía decir absolutamente nada en alemán…sentí un dolor y placer exquisito, porque me di cuenta de lo mucho que tenía que aprender del mundo. Con el tiempo aprendí a comunicarme un poco, y me di cuenta que si hubiera querido aprender eso mismo con clases o libros de alemán me hubiera demorado meses y probablemente haciendo clases me hubiera aburrido muchísimo…Pero en el momento, solo fueron horas para que se produjera un click idiomático en mi cabeza y empezara a aprender y aplicar por la necesidad.

2) Viajar no es vacacionar

Muchos creen que cuando uno anda viajando, está únicamente buscando la foto clásica del lugar visitado, lo turístico-seguro y estadías de hotel y paquetes turísticos. Pero la premisa de viajar busca todo lo contrario, porque no se trata de relajos vacacionales que muestran las fotos de los anuncios de alguien en una hamaca tomando un sex on the beach…eso es vacación turística y todo bien con ello, no tengo nada contra eso, es solamente que no es mi estilo aunque debo decir que a veces me he dejado llevar por momentos así y lo disfruto totalmente. Pero intento seguir de viajero y viajando,  asumiendo responsabilidades globales y la siempre necesaria cuota de estrés. Por ejemplo, estando en Perú hice una caminata de 12 horas hasta Machu Pichu mientras el tren pasaba a mil por hora al lado mío, yo me sentía feliz ( en un principio) de mi rebeldía caminante, pero al cabo de unas horas deseaba haber sido parte de los turistas del tren… son paradojas complejas :D

3) El dinero no hace la felicidad

Ligado al punto anterior, no se necesita tener mucho dinero para viajar bien. Es decir, no se necesitan los hoteles, ni restaurantes para tener una buena estadía. Aunque quizás sea una autoconsolación a no disponer de más recursos para viajes. Pero momentos, como caminar por las calles de Buenos Aires-Argentina compartiendo bolsitas de azúcar del desayuno con tu compañera de viajes por no andar con dinero…eso es felicidad.

4) El amor se vuelve intensamente relativo

En este punto se podría hacer un post aparte por lo extenso que pueda ser. Pero vamos. Viajando se encuentra el amor de todo tipo. Amor por las costumbres diferentes, por la ropa mojada en la lluvia, por los nuevos sabores que pruebas, por despertarse hablando en otro idioma ,o amor de pareja por alguien que conoces, entre tantos otros miles tipos de amor. Estando en San Pedro Sula-Honduras me asaltaron con pistolas llevándose mi cámara y celular, yo me llevé unos golpes y me llevé también la  autentica sensación de amor por la vida… ¡me sentí vivo!

5) La mejor moda es la de viaje.

Parte del secreto del desplazamiento es andar ligero de equipaje. Llevar lo justo y más práctico en ropa es fundamental. A veces intercambias ropas con amigos de viaje y tu estilo se vuelve multiculturalmente parchado de estilos del mundo. En las fotos de viaje es como que el tiempo no pasara, porque siempre te ves con la misma ropa y vestido como probablemente en tu cotidiano no lo haces (restricciones absurdas de las presiones y normas sociales). Cuando andaba por Barcelona-España, usaba una boina irlandesa y lentes turcos que había cambiado por una bufanda. En resumen…era un rockstar neo-hippie latino, y en más de una ocasión me preguntaron de que banda musical era y si me podía tomar una foto con ellos. Tenía dos opciones… ¿me veía cool o solamente raro? Me quedo con la primera opción ;)

6) Te haces visible al mundo

Cuando estas lejos de tu realidad inmediata y no conoces a nadie ni nada, lo fundamental es hacerse visible a los demás….hablar y socializar es vital para hacer un buen viaje. La clave está en tener algo que ofrecer al resto, una buena conversación, datos, risas, intereses en común o simplemente una cerveza. Si andas por el mundo esperando que solamente el resto se acerque a ti, estás perdido. La soledad no es una buena aliada cuando estas viajando. En Antigua-Guatemala tuve que recurrir a la técnica del cigarrillo. Yo no suelo fumar, pero romper el hielo pidiendo fuego resulta muy bien. La ciudad era muy tranquila y necesitando contacto humano. El compartir unas fumadas con locales en la plaza central fue sensacional…y así yo conocí el Guatemala profundo y ellos algo del sur del mundo.  

7) Rompes tus límites

Una de las maneras más simple de darte cuenta que viajando estás haciendo algo maravilloso, es disfrutar que nadie te conoce.  Dejar atrás la timidez, prejuicios o miedos que sueles tener te hace libre. Lo diferente te libera de tus límites. Estando en La Rochelle-Francia, fui con un grupo de amigos a una fiesta latina, naturalmente mi apariencia latina era obvia y cuando empecé a bailar bachatas y reggaetón, de la nada todo el mundo  me seguía en los pasos de baile. Y yo, siendo un pésimo bailarín no me lo podía creer, no podía parar de reír…es que en Latinoamérica soy una vergüenza para el baile.   

8) Enfermarse no siempre es una tragedia

Aunque enfermarse es realmente uno de los momentos en que te puedes complicar en un viaje, a veces el malestar o enfermedad se puede convertir hasta en una gran anécdota. Dejando de lado que a momentos te puedes sentir morir con dolores desconocidos y  reacciones insólitas en tu cuerpo, después de esas tormentas sales fortalecido. Cuando pasé mi cumpleaños 24 en  la isla de Ometepe-Nicaragua, encontramos cerca del pueblo a un perrito que estaba en los huesos y muy enfermo. Quise hacer mi buena acción del día y le compré un paquete de jamones que mientras se los daba, saltó con fuerza a morder mi mano y lo logró. Naturalmente, me dolió y preocupé muchísimo de lo que me podría pasar, entre el contagio de rabia y otras mil enfermedades posibles. En la isla no tenía adonde recurrir por atención medica y mi remedio fue alcohol gel, agua de mar y succión a la herida…después de eso pase los días esperando alguna reacción y nada pasó… por suerte no me enfermé, el perrito comió rico y mi mano sigue estando en su lugar :D

9)  En lo diferente está el encanto   

Más que una virtud natural, la paciencia y tolerancia se deben aprender, entrenar y aplicar. Las diferencias culturales que encuentras en el camino te hacen dar cuenta que existen otras formas de ver y vivir la vida.  Los ritmos son distintos en cada parte y también los gustos. Pasarse comparando las cosas nuevas con las que conoces es un absurdo y es desgastante. La gracia de viajar es vivir el momento en plenitud y no andar quejándose de lo distinto. En mi primer mes viviendo en México bajé unos 5 kilos de peso debido a la comida picante. Todo tenía ají o chile y yo haciendo batalla a la resistencia de mi cuerpo quería probarlo todo…ni de la michelada me salvaba buscando un refresco a mis labios rojos e hinchados por el picante. Con el tiempo me acostumbré a las comidas y hasta aprendí a cocinarlas…los kilos perdidos valieron totalmente la pena.

10) Todo gasto cotidiano…. lo comparas con lo que podrías hacer viajando

Ya cuando paras de viajar por un tiempo esa práctica se vuelve un hábito. Comprar hasta lo más mínimo se convierte en un ejercicio de cálculo de prioridades. Comprándote ese pantalón de 20 dólares significa también dos noches de hostel, o un pasaje, o días de comida o tantas otras opciones. Me preguntan de dónde saco el dinero para viajar, que si me he ganado un premio o incluso si es que soy millonario. Y si ese fuera el caso, entonces ya conocería el mundo entero y no tendría que pasar algunas temporadas trabajando para ganar dinero y después irme otra vez. Es simplemente que he aprendido a priorizar para los objetivos que quiero…viajar. No me es importante andar pensando cambiar mi televisor o celular por ese otro más moderno y más caro. Lo importante para mí nunca ha sido ese tipo de cosas (y espero realmente que nunca lo sean). Invierto mi dinero en viajar, y si eso se considera una compra…soy un consumista. Estando en Oporto- Portugal, preferí pasar un invierno frio y no comprarme guantes ni bufanda, porque su precio era un pasaje en tren hacia Aveiro a ver a mis amigos y algunas noches de cervezas y vinos dulces.

11) Las redes sociales se vuelven mundiales

Las noticias que pasan en el otro lado del mundo que antes las veías sin más, después de viajar te van a hacer sentido e importar realmente, porque probablemente vas a tener a un amigo por allá lejos. La conciencia civil se vuelve una conciencia humana global, y ya nada de lo que pasé en el otro extremo del mundo te será indiferente. Veras entonces que Facebook o Twitter se convierten en plataforma de noticias en tiempo real, y tus contactos de amigos son la fuente directa y autentica de lo que está pasando. Cuando fue el terremoto de Chile en el 2010, recibí mensajes de todas partes del mundo preguntándome como estaba después del sacudón… me emocioné hasta la lágrimas, yo estaba bien, pero leyendo los saludos y buenos deseos estuve mucho mejor.

12)  Planificación versus improvisación

Cada viaje nace desde un plan inicial, pero hay que ser dinámico y tener presente que todos los planes que tenías pensado siempre pueden ir cambiando y más si viajas solo… ahí está la magia del movimiento.  Probablemente quieras conocer y hacer cosas específicas de un lugar para sentir que estuviste allí, pero en el transcurso, la improvisación y casualidad son las mejores constantes. Una tarde mientras me bañaba en la playa de Akumal-México, con una amiga hablábamos de lo loco que sería ir a Belice. Entre risas nos miramos, y casi con la ropa mojada… 3 horas después ya estábamos arriba de un bus con rumbo a Belice City. Libertad…dulce libertad.

13) Empiezas a escribir otro tipo de Currículum Vitae…uno de viajero

A veces el mejor panorama estando de viaje no es salir a recorrer la ciudad o lugar en el que estas. Sino, es pasarse tardes enteras intercambiando conversaciones con otros viajeros. Te enteras de cada nueva posible aventura, y recibes datos de lugares y cosas para hacer. La mayoría de las veces esos datos no aparecen en las guías de viajes. Y todo es reciproco, porque ni te das cuenta y con el tiempo y vivencias tú también te encuentras lleno de tips para otros viajeros. “Lo que das te lo das y lo que no das te lo quitas”…sabio dicho de Jodorowsky;)

14) Conoces a gente increíble…y a veces tú también lo eres

Por circunstancias de viaje, uno empieza a vibrar en otra frecuencia. De cierta manera eres un imán para que pasen cosas nuevas y para conocer gente. La mejor receta es hablar y hacer. He cruzado camino con gente increíble. Desde escritores, músicos, políticos y artistas, entre otros. He hablado con agentes del cambio mundial y local, gente famosa y otros tantos anónimos que compartes palabras en la calle. Y viviendo así, hasta tú también empiezas a ser algo más interesante.  :D

15) Los idiomas son un puente

Cuando te despiertas en medio de la noche con gente hablando dormida puede ser latoso. Pero cuando lo mismo pasa con gente hablando dormida en distintos idiomas que no conoces, entonces toma otro sentido y se vuelve encantador. Entiendes y disfrutas de la globalización en un sentido más efímero y real al mismo tiempo. El mundo condensado en un solo espacio. Los idiomas como puentes de contacto y no como impedimento. En esencia todos somos lo mismo dicho en distintas lenguas.

16) Si buscas…encuentras

El mundo está ahí afuera de la puerta de casa para conocerlo. Y si lo sales a buscar te recibe con los brazos abiertos. A veces lo que se busca es conocerse a uno mismo, lejos de sí mismo. Así, ganas nuevas comprensiones y entendimiento a los demás. A mí me dio esa bienvenida al mundo Brasil y su gente, cuando tomé la decisión de irme a vivir a la tierra carioca por un tiempo. Desde ese momento supe que lo mío no estaba condicionado a lo que mi país Chile me daba. Si había nacido allí fue casualidad y mi meta planificada era ir más allá.

17) Dudas versus excusas.

El viajar se aprende haciéndolo. Y es entendible que lo desconocido te espante o genere más dudas que certezas. Pero ¡hey! si no lo haces ¿te pasaras la vida conformado con seguir viendo las revistas y canales de viajes? A veces tantas dudas de la gente disfrazan las excusas con un “pero eterno”. Entonces, si eres joven y no te mueves… preocupante es pensar en cuando seas mayor ;) (…) lo peor no es que el mundo no sea libre, sino que la gente se haya olvidado de la libertad. (Milan Kundera)



jueves, 15 de enero de 2015

Extrañar para viajar


Hoy me desperté y supe exactamente donde estaba. Sabía de qué color sería el cielo y el ruido de la ciudad. Y lo supe tan bien, que me espanté un poco, porque no era un conocimiento que busqué.

Con nada nuevo comprendí que aunque haya sol en el lugar que uno no le gusta estar, la monotonía convierte a los días en paisajes grises y sin nada que aportar.

Para tener inspiración hay que extrañar, y para extrañar hay que viajar. Dicho de otro modo, sin viajes no hay inspiración ni vida.

El Gabo lo tenía claro…

Viajar (Gabriel Gárcia Márquez)

Viajar es marcharse de casa,
es dejar los amigos
es intentar volar
volar conociendo otras ramas
recorriendo caminos
es intentar cambiar.

Viajar es vestirse de loco
es decir “no me importa”
es querer regresar.
Regresar valorando lo poco
saboreando una copa,
es desear empezar.

Viajar es sentirse poeta,
es escribir una carta,
es querer abrazar.
Abrazar al llegar a una puerta
añorando la calma
es dejarse besar.

Viajar es volverse mundano
es conocer otra gente
es volver a empezar.
Empezar extendiendo la mano,
aprendiendo del fuerte,
es sentir soledad.

Viajar es marcharse de casa,
es vestirse de loco
diciendo todo y nada con una postal,
Es dormir en otra cama,
sentir que el tiempo es corto,
viajar es regresar.

viernes, 26 de diciembre de 2014

Uruguay… “el hombre es libre cuando hace lo que le gusta”


Mi primer post oficial lo tenía que empezar con el recuerdo más fresco y feliz de mi último viaje. Una ruta más por recorrer, una nueva incertidumbre placentera y sobre todo una nueva oportunidad de sentirme ciudadano del mundo.

Uruguay es uno de los países más pequeños de Sudamérica, con cerca de 4 millones de habitantes y una de las economías más estables del último tiempo en la región sur. El país se ha vuelto de moda en los debates mundiales desde las políticas progresistas impulsadas por Mujica, que han abierto las mentalidades por esta parte del continente.  


Yo quería conocer ese Uruguay, el de Pepe Mujica. Conocer la gente y poder tomar un mate sentado en alguna playa o mirando el Río de la Plata. Necesitaba volver a viajar después de seis meses de trabajo y rutinas.  La fecha de viaje calzaba justo con los días previos a las elecciones presidenciales, por tanto las cosas socialmente estarían interesantes.  Pero mi meta máxima del viaje, era estar en la temporada alta de Noctilucas en las playas. Una mezcla entre plancton y otras especies biofluorescentes que brillan en la playas de noche. 



Mi viaje lo había empezado en Buenos Aires. Para llegar al Uruguay tenía de opciones ir en bus (pero era una ruta muy larga), ir de hitchhiker (pero no me alcanzaba el tiempo y era más largo) o ir de barco (la ruta más corta).  Yo elegí la manera más poética… en barco. 

Desde Puerto Madero se puede cruzar el Rio de la Plata directamente hasta Colonia del Sacramento o Montevideo  en viajes muy cortos. Las fronteras se diluyen en las turbias aguas platenses. Argentina y Uruguay se encuentran totalmente hermanados hasta en compartir las sillas de las aduanas del puerto. Un timbre más en el pasaporte. Uno de salida de un país y otro de entrada en el otro en menos de un minuto ¡Qué maravilla las fronteras políticas!

Esta vez mi primera parada fue Colonia del Sacramento. Aunque ya había estado en Uruguay hacía algunos años atrás, debo confesar que no pude conocer nada auténticamente del país. Fui de paso y con ojos de turista, era joven e inexperto en el arte de viajar. Con los años he aprendido a ver con otros ojos, pero sigo siendo un inexperto.

Colonia del Sacramento es un hermoso oasis en la modernidad. Calles llenas de historia y azulejos portugueses. El ritmo de vida de la ciudad transcurre distinto, las personas todavía se saludan en la calle, te sonríen y los autos andan lentos. Me hacía sentido la canción de John Lennon “life is what happens to you while you're busy making other plans”, pero porque la vida en Colonia se vive, se disfruta, se camina por las callecitas y se comparten mates comunitarios. Que bellos y rojos atardeceres ofrece el Rio de la Plata.

Después de tres días en Colonia tomando vinos blancos Tannat, era hora de partir en busca de las Noctilucas y su brillo. La próxima parada sería Punta del Diablo, pero antes pasaría por Montevideo. Mi viaje lo había empezado solo, pero el destino me había dado una compañera de viajes. Todo es mejor cuando se tiene buena compañía. 


Las playas de Uruguay están llenas de vida, de cosas para hacer y de lugares para sentarse a mirar el infinito Atlántico, respirar y pensar. Se pueden encontrar balnearios en donde la vida no para de ser rápida, llena de fiestas y turistas como Punta del Este. Se pueden encontrar playas desiertas, pueblos de pescadores o playas sin luz como Cabo Polonio. Nadie puede quejarse que no existe diversidad de ambientes y para todos los gustos.

Había decido hacer parada en Punta del Diablo por algunos días. Es un pequeño pueblo que durante el año descansa para preparase para el verano y la avalancha de turistas de Argentina y Brasil. Estaba en temporada baja y podría disfrutar de las playas y su sonido.  

Los días de playa y pelo tieso por el agua salada son un placer. La piel dorada, las conversaciones con vinos y mate. Los problemas del mundo no existen y el mar es cómplice de encuentros y conversaciones furtivas.  Aunque el color del mar uruguayo no es azul ni cristalino, es que la buena vibra del entorno lo compensa. Cada playa está llena de surfers, gente vendiendo artesanías y comida del mar. Empanadas de mariscos y pescados no pueden faltar.

Después de semanas de playa, finalmente pude ver las Noctilucas. Las pude ver después de buscarlas mucho. Y fue en una de las playas en las que anduve. Fue la noche más mágica de mi vida. Es difícil describir con palabras todas las sensaciones físicas y espirituales que eso significó. Porque fue una noche brillante, redonda, con luciérnagas como estrellas y el mar rabioso de color azul fosforescente. La felicidad resumida en una sola noche. Me encontré desnudo en una playa desierta, iluminado por colores y el corazón latiendo a mil revoluciones por minuto. Me gustaría contar donde pasó, en que playa las encontré, pero perdería la magia. Y por lo demás esa es tarea de cada nuevo viajero. La inquietud de conocer lo que no está escrito y llegar por azar y destino. Con esto, intento no hacer de lugares especiales y mágicos un destino turístico más que se banalice y pierda el encanto.  Aún cuando yo andaba de turista, es una dualidad que se resuelve viajando.

No quería irme de Uruguay. La gente más amable del cono sur la encontré por esas tierras. Definitivamente es lugar en quisiera vivir por un tiempo.Pero los tiempos relativos de viaje ahora me jugaban la pasada de hacer mis días tan cortos como minutos. 

Pero de viaje uno debe aprender a dejar ir, a soltar y seguir de paso. Finalmente“uno solo conserva lo que no amarra” (Jorge Drexler)